Se me cae encima
nuestro Rochester, viejo refugio
y me siento otra vez en su vereda
en aquella angosta Esmeralda
calle de los milagros y los dilemas
donde quedé de pie viendo aquel auto
que te llevó a tu vuelta
donde morí de verte partir sin mí
sin todas nuestras promesas
donde estuvimos
donde te vi
donde dejé mi fantasma
donde dejé mi espera.
lunes, 30 de julio de 2007
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