lunes, 30 de julio de 2007

Desde una cornisa...


Desde una cornisa vi frente a mí
a un hombre de mirada desconocida
sus manos extendidas
hicieron inevitable el salto, nuestros ángeles
lanzados al vacío se encontraron
en un abrazo añejado, anhelado
y necesario... pero nosotros
con las caras delatando el pánico
que sentíamos, no teníamos
alas quedamos con las manos
prolongadas por alcanzarnos.
Con la nostalgia del sueño
que se despereza y no debe ser despierto
nos despedimos, nos alejamos
dejando grabadas las imágenes
sagradas de habernos reconocido.

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