El sermón de la montaña otra vez...
guardalo, laceralo
vendelo, quemalo
ofrecelo pero no a mí otra vez...
Me aburrís, me aburren
tus sondeos, tu pasividad
tus ojos quietos.
Que soy altanera
volátil, inquieta, desconcertante
lo sabés eso hay...
Tu discurso, tus dilemas
tus manías de que me quede quieta
la ortodoxa, la callada, la sumisa
(¿la muertita, la estatua?
¿otro mueble de la casa?)
Ya me agoté...
a tu derecha la puerta
¡hasta otra vez!
lunes, 30 de julio de 2007
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