lunes, 30 de julio de 2007

Intentaba revelar el misterio...

Intentaba revelar el misterio
escrito en su piel
estaba justo entre sus manos que
lo envolvían, lo apretaba contra su pecho
receloso, porque alguien se lo arrebatara.
Cuidaba de él, como un niño
a su juguete nuevo.
Lo alimentaba porque se hiciera fuerte.
Lo embellecía como el creyente,
con flores, a su templo.
De tanto en tanto, dejando un orificio
pequeño entre sus dedos
lo observaba con un ojo,
con el otro, cuidaba
que nadie más lo viera
(nadie lo cuidaría mejor, él lo sabía
ella lo sabía,
nadie tenía dudas al respecto).
A veces, mientras lo acariciaba
llegaban silenciosos ejércitos de preguntas
que no eran piadosos ni contemplativos.
Las preguntas irrumpían en su mundo.
Algunas retrocedían ante claras respuestas
otras, incansables, persistían gritando
curiosos “por qué”, “cómo”, “cuándo”, “dónde”...
pero eran sólo interrogantes de papel
y las lágrimas que eran de agua bendita
los destruían en poco tiempo.
Su sueño estaba en buenas manos
protegido, resguardado.
Su sueño estaba en sus manos.

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