lunes, 30 de julio de 2007

El amor es un curro...


Con las hormonas a full
de un purrete
se lo busca, lo yuga, lo labura,
se metejonea codeando a la huesuda
hasta que al fin lo engrampa
lo banca, lo amarroca.

¡El amor es un curro!
-te madruga-.
Cuando los años te sobran
el berretín bien añejo,
ya te dejó sin garufa
-el peor amarrete-
no te aguanta, es alcahuete
y te crepa la farra.

El amor es fifí ¡qué malaria!
una es débil que a sus pies, se tara
sin hocicar otros fatos
y una no faya –fayuta-
por no aguantar la felpeada
y se come el garrón, corajuda
sin pifiar y piernea
no más que atorrada.

Independencia de las sombras...

“Se me emancipó la sombra...” (Emma Rosa)
“Estás muerta, princesa...” (Lola Bertrand)
“Bajo vida...” (Angel Badalament)


Besar nuestra mortaja
andarse inquieto
vivir como sombra
de nuestra propia vida
que nos pisa.
Nos arrastramos
y la vida nos pisa.

Guerras por todos lados
por poderes, por ideales
emblemas que nada nos mueven
guerras por hacer la guerra
batallas mentales y terrenas
y vivir peleando
tirando piedras al aire
sabiendo que nadie vence.

Sombras de la sombra misma
estandartes desvencijados
ruinas de la ruina
de la esperanza que nace
con pronóstico desahuciado
y pelear por causas perdidas
por justificar lo injustificado.

Vida o sobrevida
subvida, bajovida
-pedazos de oscuridad perdida-
abismo de la tierra
que nunca es tierra prometida
lodo, fango, piedras
y nada
nada que valga la pena.

Hoy declaro el día de la independencia
de las sombras
que viven canturreando
“estás muerta princesa”
y que se emancipen
los que viven arrastrándose
pisoteados
bajohumanos
sobrevidas
que la vida no es más que un instante
que merece ser disfrutado,
que la única guerra que realmente vale
es entre dos
horizontales
-o verticales-
donde se sabe que van a matar
y a que se los mate
donde cada gota de sudor
carga en el aire vida.

Quisiera hacer algo grande con vos...

Yo quisiera hacer algo grande con vos
escribirte las mejores palabras
en su óptimo orden, por ejemplo, pero
ya ahuequé todas las latas de cerveza
vacié el cenicero cada rato por no escucharte
que me digas otra vez “cuánto que estás fumando”
que aunque me queje, te rezongue, te muestre los colmillos
con mi peor cara de “salí de mi camino”
yo sé que me estás cuidando, siempre me cuidás
pero no puedo dejarte ganar terreno
porque ya me sabés arisca y visceral
y me conocés tanto como mi propia conciencia.
Vos que simulás rozar el límite de la indiferencia
con tu tranquilidad parece que durmieras sobre una palmera,
yo, con esta sensibilidad en carne viva que se me traduce inquieta
parece que durmiera sobre un huracán
pero así te quiero: amansafieras, hombre hecho de paciencia
yo, mujer hecha de grito, de espuma, de histeria
que cuando te quiero menos, te vas
y cuando no estás más te quiero
pero siempre te quiero y siempre estás,
demasiado bueno para ser real, demasiado bueno.

Esta noche quise hacerla especial, llenarla de sorpresas
elegí minuciosamente el blanco, nuestro perfume,
nuestra música de encuentro, me solté el cabello
-sé que te gusta más reposado en mis hombros-
llegué hasta donde vos en absoluto silencio,
con la luz más tenue y estabas dormido, anestesiado
completamente ocupando nuestra cama de lado a lado en diagonal,
no pude dejar de mirarte sin siquiera respirar
pensando en tu jornada, la vorágine laboral, las cuentas de la casa
las cosas que resolvés sin dejar que me rocen ni me preocupen,
tu esfuerzo diario por evitarme la menor intranquilidad
tu cuidado paternal sin que sea tu hija y siendo a la vez tu par
tu maña mimosa de malcriarme, procurarme, evitarme...
te vi durmiendo tan tranquilo que me vi cárcel de quejas
libro de demandas abiertas y se me humanizó la bruja
la impúdica se vistió de mimo y de silencio
-no quise restar tiempo a tu descanso-
cambié el agua del vaso de tu mesa de noche y te dejé unos caramelos
un beso en un papel porque no me salieron las letras
y dejé que duermas y sueñes con tus sueños.

Con el mar muerto de mis ojos...

Con el mar muerto de mis ojos riego la urna
donde yacen las cenizas de este sueño
donde dejo los restos de tus letras de humo
bastardeando el privilegio de adorarte
cárcel que es la necedad
de no escuchar tu silencio,
vicio de desdibujar
sólo por volver a inventarte
porque me niego a ver que no te veo
y te rehago cada noche
latigazo atinado al centro de mi pecho.

La margarita deshojada que guardo en mi bolsillo
ya se gastó de ser desdoblada, manoseada.
Condenada a vivir
ya ensayé cada epitafio
viví por resucitarte, sacrificada
en el altar de nuestra promesa
corté las alas de todos los ángeles
y bebí su sangre aún tibia
embriagada de angustia
-cáncer mental-.
No más hijos de la mente
que nacen muertos cada noche,
me desprendo de la mortaja
que es necesitarte.
La próxima luna,
cuando llegue por mí tu ausencia
-como vampiro dispuesto
a despojarme de la sangre
a cambio de la eternidad-
voy a clavar una estaca en su pecho:
esta noche elijo mi mortalidad
como merecido descanso
como último refugio.
Esta noche mis manos van a quemarse
-me condeno a morir-
porque estas son las últimas palabras
que te escribo porque me voy
porque vivo.
Porque ya no más.
Porque ya no.

Rochester

Se me cae encima
nuestro Rochester, viejo refugio
y me siento otra vez en su vereda
en aquella angosta Esmeralda
calle de los milagros y los dilemas
donde quedé de pie viendo aquel auto
que te llevó a tu vuelta
donde morí de verte partir sin mí
sin todas nuestras promesas
donde estuvimos
donde te vi
donde dejé mi fantasma
donde dejé mi espera.